viernes, 26 de agosto de 2011

Castro

Entre la Sierra de Pela y El Cogollo se encuentra envuelto en silencio la mayor parte del año, el pueblo de Castro, con nombre demasiado común en muchas  provincias españolas, e incluso portuguesas e italianas, por lo que la tarea de encontrar información en los buscadores no resulte demasiado sencilla.

Con este nombre, sin embargo, nadie duda de que los restos del pasado serán abundantes e incluso sorprendentes. Nada más llegar, viniendo de Retortillo, en unos abrigos rocosos, de esa piedra arenisca roja tan común por algunos pueblos a los dos lados de la Sierra de Pela, también llamada de Miedes. Nada más llegar, decimos, nos sorprenden unos grabados rupestres prehistóricos. En uno de ellos se ve un caballero montado en su caballo, con el brazo derecho abierto en ademán de saludo.
Las dos iglesias son antiguas, aunque las guías solo hablen de la de más arriba, que tiene según los expertos trazas de haber sido visigoda, como la del cercano pueblo de Pedro, otro nombre imposible para los buscadores. Junto a las dos se encuentran tumbas medievales. La de más arriba se llama de Santa María, la otra, también en la parte alta del pueblo, que además es la parroquia, lleva el nombre de San Nicolás de Bari, santo de mucho predicamento en los primeros tiempos del cristianismo, que ahora es mas popularmente conocido como Papá Noel.

jueves, 25 de agosto de 2011

Cañicera


La visión desde el Sigpac es desoladora, pero no estamos seguros de que corresponda a fotos actuales del pueblo. Se ve algo parecido a una piscina, por lo que puede quedar algún resquicio de actividad humana. En el blog Pueblos sin vida (del que tomamos prestadas las fotos) hacen un reportaje en el que no se ve a una sola persona entre las ruinas de las casas, y en la misma web del ayuntamiento de Retortillo se cita a Cañicera como lugar del pasado.
Sin embargo, hemos oido y hemos visto algun eco de actividades festivas y veraniegas en estos últimos años, por lo que estamos algo esperanzados y  nos gustaría que alguien que conozca la situación real del pueblo de Cañicera nos mandara noticias frescas. Gracias de antemano

miércoles, 24 de agosto de 2011

En un baño de Retortillo de Soria

Post encontrado en el blog "La casa agramatical" del día 27 de julio de 2011. Por Luis Rafael García Lorente

El congreso internacional de lingüistas de Retortillo de Soria había llegado a su quinta jornada. Ahora era el turno de una lengua de una única rama hablada por un pueblo aislado y desconocido y muchos habían aprovechado para fumar, comer o ir al baño.


Entre estos últimos estaban Conrado Vélez Barbate, profesor de Lingüística comparada y Alberto Pérez Bermúdez, profesor de literatura rusa. Ambos ocupaban dos retretes adosados mientras charlaban más que nada por compromiso.


Hablando filosóficamente de cuestiones generales relativas al conocimiento, decía el profesor de literatura rusa:

-Yo no me culpabilizo por ningún suspenso, porque quien quiera aprobar lo primero que aprende es que don Alberto se lo va a poner muy, muy difícil. Lo que verdaderamente importa en la vida se obtiene después de mucho esforzarse. Y si hay algo que no, hay que intentar que sí, para que sepamos valorarlo.

Entonces escuchó por razones ajenas a la conversación la respiración honda y de alivio del profesor de lingüística comparada.

El cañón de Torrevicente

Para quien disponga de ese valor en alza que es el tiempo y quiera escabullirse del sopor veraniego, le proponemos un recorrido impresionante de un par de horas por el Cañón que forma el rio Talegones entre Lumías y Torrevicente,  que puede hacerse sin dificultad en cualquiera de los dos sentidos, y en el que a lo largo de casi siete kilómetros nos vamos encontrando en cada curva del camino con ese pais feraz, mágico, humedo y sorprendente que nos escatiman  las guías turísticas, que va cambiando de panorámica a cada paso, siempre encajonado entre paredones rojizos.

Una sinfonía de colores y millones de sonidos que nutren el silencio, nos llevan por entre carrascas, fresnos, mimbreras, chopos, arces o quejigos, encontrándonos manantiales de agua cristalina, escurridizas regaltenas, buitres, aguilas, alcotanes y cernícalos. Nada es improvisado; la biodiversidad es el trabajo constante e incesante  de la naturaleza y del ser humano. Todo es vulnerable, tus pasos alterarán la rutina de este espacio. Procura dejar todo tal como lo encuentres.

En todo el recorrido se encuentran tambien abrigos rupestres con algunos grabados y los que saben mirar estas cosas cuentan que tambien se ven algunos monumentos megalíticos. A un kilómetro y pico de Torrevicente, a la derecha si vamos hacia Lumías, hay un cerro al que llaman Castilviejo, en el que pudo estar el fuerte del que hablan las crónicas, escenario de la Batalla de Torrevicente, donde Almanzor venció a su suegro Galib y de otra batalla en el mes de  julio del 981 donde murió el rey de Navarra, Ramiro Garcés, también luchando contra Almanzor, al que por algo le llamaban El victorioso. No se acaba aqui el guiño a la historia que nos hacen los nombres de los parajes, pues como a 800 metros al noreste de Torrevicente, hay otro cerro llamado El Torrejón.
A finales del verano se recoge el té de risco que nace en las grietas rocosas y que los vecinos toman en infusión contra los dolores de barriga, indigestiones y otros trastornos gastrointestinales, para llamar al sueño o al apetito, aliviar catarros, hinchazones y pequeños males. Es una planta mágica, cuyo nombre culto es Chiliadenus saxatilis o Jasonia glutinosa,  que para que sea provechosa deben recolectarse solamente tallos y flores, cuando estas están secas, cuidando de dejar siempre las raices en su sitio. El recolector debe tener cuatro abuelos nacidos en un radio de dos leguas. Si son tres, dos o uno los abuelos autóctonos, la planta va perdiendo progresivamente sus propiedades. Si el recolector no tiene vínculo alguno con la tierra, no se arriesgue a trepar por el risco porque no hallará ningún provecho consumiéndola, y si además la arranca fuera de tiempo le puede provocar una molesta gastroenteritis, vulgo cagalera.


Publicado en De la parte Berlanga, en julio de 2008

viernes, 19 de agosto de 2011

La causa de Mosarejos

Ya se ha visto ante el Tribunal del Jurado, la famosa causa de Mosarejos, pueblo de esta provincia.
Los debates, que han durado dos días, han sido presenciados por numeroso público, y el veredicto del Jurado, digámoslo con sinceridad, ha sido comentado desfavorablemente.
La santidad de la cosa juzgada hace que, por nuestra parte, nos abstengamos en esta ocasión de todo aquello que a crítica trascienda, y vamos a relatar el hecho, atentos solo al deseo de informar a los lectores de este periódico.
Según de los autos se deduce, la noche del 6 de setiembre del año pasado, cenaron juntos en casa del cura de Mosarejos, Don Estanislao Laborda, varios vecinos de dicho pueblo. Al terminar la cena, y como se oyeran en la calle voces de varias personas que disputaban, salio don Estanislao con animo de enterarse de lo que sucedía e intervenir en el asunto. Ya en la calle, encontrase con Alejo Iñigo, antiguo enemigo suyo, y ambos comenzaron a reñir. Encolerizado el cura, volvió a su casa, cogió una escopeta y salio en persecución de su contendiente.
Este se había refugiado en su domicilio, ante el cual llegó el sacerdote y disparó su escopeta, creyendo herir a su enemigo, que se hallaba en el portal con varias personas. Alejo, al oír los disparos, cogió un hacha, y marchando tras el cura logró alcanzarlo, asentándole varios golpes que le causaron lesiones de bastante gravedad.
D. Estanislao juró vengarse, restañándose las heridas en cu casa y asistido de su sobrino Tomás Abarrategui, dijo a este:
-Mira, Tomás, lo que me ha hecho Alejo. Tienes que matarlo, y si no, te mato yo a ti
El sobrino, joven de diez y seis años, poseído de un miedo irresistible hacia su tío, obedeció ciegamente sus órdenes, y al día siguiente de lo ocurrido, al ver a Alejo en su era, le disparó dos tiros consecutivos que le ocasionaron la muerte.
El ministerio fiscal entendía que los hechos constituían dos delitos: el de disparo de arma de fuego y el de asesinato cometido en la persona de Alejo Iñigo. Del primer delito hacía responsable al procesado D. Estanislao Laborda y del segundo al mismo (como autor por indución) y a Tomás Abarrategui (como autor material)
La defensa sostuvo que no existía el delito de disparo de arma de fuego, pues el tiro salio casualmente al chocar la escopeta del sacerdote contra la puerta.
Y respecto de la muerte de Alejo Iñigo, entendía que era un delito de homicidio simple, del que aparecía responsable únicamente Tomás Abarrategui, puesto que D. Estanislao no lo había inducido a cometerlo.
El informe del fiscal D. Juan Campoy, fue en extremo notable, consiguiendo impresionar al auditorio con su brillante oratoria.
La defensa, menos afortunada en el uso de la palabra, apoyó sus conclusiones lo mejor que pudo, consiguiendo que el Jurado dictara un veredicto de inculpabilidad, con respecto al sacerdote D. Estanislao Laborda, y en relación con los dos delitos que le atribuía la acusación.
A Tomás Abarrategui se le declaró culpable de un delito de homicidio simple.

M.T.
EL GLOBO. Diario liberal, 20 de setiembre de 1901